Vivimos tan sumergidos en nuestras ocupaciones diarias, tan distraídos, tan tensos y estresados por mejorar nuestra condición económica que la mayoría de las veces no nos damos cuenta de cuando nuestros bebés han crecido.
La mayoría de estos chicos viven a expensas de caer en la vagancia, el pandillerismo y la deserción escolar y muy probablemente, más tarde se refugien en las drogas.
"Generalmente, gritamos más que hablar, debido a las múltiples ocupaciones, preocupaciones, el estrés y la tensión del hogar que día con día vivimos", dice.
De ello proviene necesariamente la consecuencia antes señalada, entonces surge el desinterés, la indiferencia, desmotivación y falta de entusiasmo por los hijos.
Cuando estos notan que en ese ambiente, por cierto nada familiar, se les comienza a hacer daño buscan algo o alguien en quien refugiar su soledad, sus tristezas y escasas alegrías.
Lo más destructivo que podemos hacerle a nuestros hijos es ponerlo en medio de nuestros pleitos, usar a uno de nuestros hijos para herir a nuestra pareja es algo que los lastima muchísimo mas a ellos, palabras como; "Lárgate de aquí, te pareces a tu madre", "Eres un necio, igualito a tu padre", empleando términos despectivos, sin duda, es algo que se afianzará a la mente negativa de los niños.
Lamentablemente los conflictos de la pareja, con frecuencia se manifiestan en el manejo del dinero. Muchas veces se utiliza lo económico como medio de control o presión, los padres podemos entrar en una lucha de poder, "Si no me das dinero no ves a los niños",. "Si no me dejas ver a los niños, no te doy dinero", etc.
Estas situaciones hacen sufrir a los niños y los colocan entre la espada y la pared.
Cuidemos y amemos a nuestros niños para que se sientan acogidos, queridos y felices. No hay nada mas importante que ellos.
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